sábado, 27 de septiembre de 2014

La ofensa

La ofensa
En general, el ser humano se siente ofendido cuando le insultas, cuando te burlas de sus defectos o carencias, cuando le menosprecias, cuando te ríes de sus creencias, cuando se siente engañado, cuando no se siente valorado etc.

¿Pero tiene algún sentido sentirse ofendido?.

Cuando alguien se ofende, por el motivo que sea, es que no se conoce, todavía sigue durmiendo y permite que las circunstancias externas gobiernen su vida.

Si eres religioso y alguien blasfema, ¿porqué sentirte ofendido cuando a quién va dirigida esa ofensa, no se inmuta y sigue amando a quien pretende ofenderle?

Si te insultan y te dicen que no vales para nada, que eres estúpid@, imbécil, que te vayas a la mierda o cualquier insulto que te atrape y haga que te hierva la sangre, ¿ porqué reaccionas ante ello, que más da lo que el otro crea o exprese?, ¿porqué el ser humano en general es incapaz de dejar que el otro se exprese tal y como lo sienta en ese instante, sin sentirse atacado y en vez de reaccionar, mirarse a sí mismo para descubrir que ha podido hacer o decir para causar dicha reacción.?

Si el otro tiene razón, ¿Porqué inmutarse?, Si es cierto y no me gusta, tengo la oportunidad de cambiarlo, por lo tanto en vez de sentirme atacado, debería sentirme agradecido, pues me está mostrando un conflicto interno que permanece sin resolver.

Y si no es cierto, ¿porqué permito que todo ese malestar que siento, me queme por dentro y saqué lo peor de mí, devolviéndole todo ese veneno que surge en ese instante.

¿A quien beneficia dicha reacción?, ¿porqué es la humanidad tan injusta cuando descarga lo peor que tiene contra el que tiene delante, rabia, odio, violencia?

Nadie quiere eso, pero casi todos lo ofrecen continuamente, justificándose que eso es lo que le dan.

Dos no pelean si uno no quiere.

Vivimos en un mundo en que continuamente se nos ofrece la oportunidad de poder parar esa reacción, de mirar a través de lo que se nos presenta y de poder devolver algo distinto, comprensión, cariño, amor.

Parece que la humanidad siempre espera que sea el otro quién dé el primer paso, para contestarle desde ese mismo lugar, pero esa no es la lección que la vida trata de enseñarnos, una y otra vez, hasta que la aprendamos, el primer paso siempre lo tenemos que dar nosotros.

Hay algo que puede ayudarnos a “cambiar el chip”, es ver cómo nos gustaría que cuando nosotros somos los que hemos caído y estamos agrediendo al otro con todo el veneno que llevamos dentro, ver la reacción que nos gustaría recibir y seguro que eso es, que no nos respondan con gritos, con violencia, que no nos sintamos atacados, que nos sintamos escuchados, comprendidos, queridos.

Eso que queremos para nosotros, es lo que tenemos que dar, cuando peor se ponen las cosas.

A fin de cuentas, quien se ofende se hace daño a sí mismo y en él, está la oportunidad de cambiarlo.

Todo se está volviendo evidente, para quien quiera verlo. Todo conflicto es una oportunidad de crecimiento, de soltar viejas cargas, en definitiva de ser más libre y vivir en paz.


Feliz viaje.