viernes, 30 de mayo de 2008

Se me acabaron las palabras


Cuando te lo quiero contar es ya tarde para ello.

Es una estrella fugaz que en un instante lo dio todo, brilló y desapareció.

Si no estas en el momento en el que todo sucede, no te vas a enterar.

Si quieres volver atrás, sencillamente no estas.

Hoy me despertó una rana y no precisamente con su croar, luego empezaron los pájaros, debía ser hora de levantar.

Padre regalamé tus palabras, las mías ya se acabaron.

Tasia con su ronroneo me recuerda que no hay problema, Santana con su gran nota me dice que eso es todo lo que hay.

¿Que puedo decirte que no te haya dicho ya?

¿Que necesidad hay de hablar cuando el silencio es completo?

Hoy no tengo nada que decirte solo quiero darte un beso y al abrazarte permanecer en silencio.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Gracias Master

Durante muchos años, has dedicado tu vida a plantar semillas de otra realidad, a liberar las mentes de la propia esclavitud auto impuesta, a fortalecer la voluntad, la confianza, la entrega ...

Y todo ello con el ejemplo, el cuál es el mejor maestro.

Ahora aparentemente cambias de forma, pero sigues en el mismo lugar.

Este es un momento de celebración, pues las semillas que plantaste ya empiezan a florecer y con su colorido y fragancia no paran de darte las gracias y continuan tu labor.

Ahora vives en mí y en todas las mentes que a tí se han abierto y sigues extendiendote sin límite hasta el mismo instante en que todos despertemos de este sueño.

Un gran abrazo sin tiempo.

jueves, 8 de mayo de 2008



Ayer me paso de nuevo. Me volví a encontrar de nuevo aislado, nadie me escuchaba, a mi alrededor solo existía la lucha por el poder de la atención, las palabras estaban vacias, los juicios eran constantes.

Era como si se tuviese miedo de permanecer en silencio, había la necesidad de llenar ese vacío con lo que fuera, sin escuchar al otro, continuamente interrumpiendo el dialogo.

Por un instante quise intervenir mostrando lo que "veia", pero paré lo suficiente para no tomar partido y mantenerme al margen.

Reconocí que todo estaba en mí y permanecí en silencio, sin querer cambiarlo simplemente entregandolo y aparentemente todo continuo igual, pero para mí fue distinto, en mí no había lucha, había paz.

Esa Paz, siempre está con nosotros y no tenemos que hacer nada para conseguirla, pues esa es nuestra verdadera condición. Al querer cambiar cualquier circunstancia, estamos confirmando que esa irrealidad existe, por más motivos que creamos tener.

El silencio es la mejor medicina. Te lo recomiendo. Seguro que ya has oido antes que si no tienes nada mejor que decir que el silencio, que no hables.

Un gran abrazo