Ayer me paso de nuevo. Me volví a encontrar de nuevo aislado, nadie me escuchaba, a mi alrededor solo existía la lucha por el poder de la atención, las palabras estaban vacias, los juicios eran constantes.
Era como si se tuviese miedo de permanecer en silencio, había la necesidad de llenar ese vacío con lo que fuera, sin escuchar al otro, continuamente interrumpiendo el dialogo.
Por un instante quise intervenir mostrando lo que "veia", pero paré lo suficiente para no tomar partido y mantenerme al margen.
Reconocí que todo estaba en mí y permanecí en silencio, sin querer cambiarlo simplemente entregandolo y aparentemente todo continuo igual, pero para mí fue distinto, en mí no había lucha, había paz.
Esa Paz, siempre está con nosotros y no tenemos que hacer nada para conseguirla, pues esa es nuestra verdadera condición. Al querer cambiar cualquier circunstancia, estamos confirmando que esa irrealidad existe, por más motivos que creamos tener.
El silencio es la mejor medicina. Te lo recomiendo. Seguro que ya has oido antes que si no tienes nada mejor que decir que el silencio, que no hables.
Un gran abrazo