Y la vida dio una nueva vuelta y me volví a encontrar donde antes ya había estado, atrapado, sin salida. El mundo entero me gritaba, tienes derechos, tienes obligaciones, tienes deberes, tienes que superarlo, venga ponte en marcha, tu sabes hacer muchas cosas, venga adelante, levántate.
Esta vez no repetí los antiguos esfuerzos, esta vez ni siquiera me afectó que nadie me entendiese, esta vez decidí hacer lo que sentía y tal y como yo lo sentía y entonces decidí.
Sabía qué, pero no sabía como. Quería iniciar una peregrinación, un retiro de silencio, un viaje al interior de Mi mismo. En la forma dudaba, que si ermita, que si camino de Santiago, que si perderme en algún lugar donde nadie supiese de mí. Bueno, el mecanismo ya estaba en marcha, todo se iba ajustando una vez que la decisión estaba tomada. A partir de ese momento ya todo se va dando y comienzan las sincronicidades, comienza bien el viaje, en la taquilla del tren me dicen que salgo a las 11 por la vía 11 y es día 11.
Llego a un entorno precioso, una ermita en la montaña y comienzo mi peregrinaje interno, me apetece ayunar, me encanta la idea de vivir sin alimentos y me pruebo a mi mismo, me siento, observo los pensamientos que cruzan por mi mente, que es lo que me impulsa a la acción sea cual fuera.
No he llevado ningún libro, lo único una libreta y bolígrafo. He escrito muchas cosas, pero nada comparado con todo lo que a pasado por mi mente. Apenas he dormido. Mi cuerpo físico aunque apenas sin energía se sentía bién, mis emociones han estado tranquilas y mi mente a estado superactiva. A veces dentro de la ermita otras sentado en una piedra tomando el sol y contemplando el paisaje de mar y montaña, rara vez la mente en silencio, algunas veces perdida en pensamientos sin sentido y casi siempre enseñando.
Siento que lo que yo ya sabía y creía, ahora a adquirido más profundidad, mejor comprensión, más claridad. Me siento Libre, libre de obligaciones, de deberes, de que tengo que hacer o no hacer, libre de miedos, de juicios, de resultados, libre de querer cambiar el mundo, libre de tener que enseñar o tener que ayudar. Ahora puedo elegir puedo atreverme a dar un paso sin miedo a equivocarme, acabo de nacer soy inocente, estoy empezando a entender el mundo en el que vivo, acabo de llegar, solo sé que tengo que seguir un camino.
Me abro a la experiencia de enseñar, a la experiencia de ayudar a cambiar de mentalidad, a la experiencia de la sanación, a la experiencia de vivir.
Me abro a la experiencia de lo que no sé, de lo desconocido o mejor dicho de lo olvidado.
Yo ya sé, que mi camino está repleto de sorpresas, de regalos y solo quiero estar atento para no perderlos, para abrir cada uno de ellos.
Quien sabe, quizás te cruces en mi camino.
Un Gran abrazo sin tiempo.
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