miércoles, 6 de noviembre de 2013

Aprendiendo a perdonar

 El día que la humanidad aprenda a perdonar, ese día se liberará de una gran carga, se dará un paso enorme hacia la Paz.

Que no sabemos perdonar es muy evidente, no hace falta más, que mirar el mundo que nos rodea, si es que aún no hemos aprendido a mirar en nuestro propio interior.

No quiero decir que no haya que hacer o decir nada cuando algo nos remueve, es desde donde lo hacemos, lo que contribuye a la guerra o a la paz interna y externa.

Si por ejemplo tu pareja te grita porque no te entiende o porque sencillamente se le han cruzado los cables, o porque el partido político que gobierna tu país esta corrupto y hace todo al revés, o porque tu jefe te deja en la calle sin trabajo, o porque alguien se burla y se ríe de ti y saca tus defectos a relucir o porque las noticias sobre las injusticias del mundo saquen lo peor de ti, la rabia, ira, frustración, deseo de venganza etc., en cualquiera de estos casos o de cualquier otro que la vida nos presente en los cuales perdamos la paz y nos sintamos confrontados, no estamos ayudando a la sanación y estamos contribuyendo a la guerra.

Perdonar es mucho más fácil de lo que nos creemos, solo hace falta comprender, que el otro, el que te ofende, maltrata, roba o castiga es tu hermano y que él, desde su conciencia está obrando lo mejor que sabe y puede. Si pudiésemos ponernos en su lugar, seguramente haríamos lo mismo que el nos está haciendo.

Es la ignorancia la que nos hace actuar de esa manera, el haber olvidado quienes somos y quien son los demás.

Si lo que nos mueve a actuar es la rabia, el sentirnos ofendidos, el dolor, la ira, el deseo de venganza, el hecho de creer tener razón, estamos contribuyendo a extender el conflicto y nos estamos perdiendo una gran oportunidad de liberarnos de la gran carga de la reacción y también la oportunidad de ofrecerle al otro sanación a través de nuestro reconocimiento de la verdad.

Si por el contrario somos capaces de recordar que quién está delante provocándonos, es nuestro hermano, que hace lo mejor que puede desde su propia conciencia, entonces, en vez de ver un ataque, podemos ver una petición de ayuda.

Quien nos ataca está diciéndonos que no sabe como expresar lo que está sintiendo, que se siente dolido, que se siente atacado y si ninguno de los dos se para a escuchar de verdad entonces se produce la guerra, la lucha por tener la razón.

Hubo un personaje en la historia al que le clavaron en la cruz y refiriéndose a todos los que le habían martirizado y crucificado dijo: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”,  no se me ocurre mejor ejemplo que este. Él nos mostró en un caso extremo, lo que tenemos que hacer nosotros en las cosas pequeñas.

El perdón es la llave de la felicidad, en estos tiempos de tantas injusticias, de tanto sufrimiento, el perdón es un bálsamo necesario para acabar con toda enfermedad e injusticia.

No perdonar va en contra de nosotros mismos, pues es una ley que lo que damos recibimos.

No hay que esperar a morir, para ser juzgados. Aquí y ahora nosotros mismos nos estamos juzgando y condenando cuando lo hacemos con los demás.

El cielo y el infierno están aquí y nosotros en cada acto estamos decidiendo por el uno u el otro.

No hay ningún Dios que nos juzgue, Él como en la parábola del hijo pródigo, solo está esperando que decidamos volver a casa, para ofrecernos el mejor banquete.

Si de verdad deseamos la verdadera Paz, debemos aprender a perdonar de corazón, a no mantener ni el más mínimo resentimiento contra nadie, a estar dispuestos a tenderle la mano a nuestro peor enemigo.

Alguien dijo alguna vez algo así como: “Si tienes un enemigo, guárdalo como un tesoro”, pues él puede mostrarte tu parte más oscura, él te puede ayudar a sanar si aprendes a mirar y al no atacarle le estas ayudando a sanar.

Perdonar es una elección, los beneficios de tal acción son inmensos, en cada uno reside el poder de decidir hacerlo o no.

Culpar a los demás, es castigarse a sí mismo, perdonar a los demás es perdonarse a sí mismo.

Podemos disfrutar del paraíso aquí en la tierra y deberíamos hacerlo, la clave está siempre en nosotros mismos.

El mundo externo nos grita diciendo basta ya, por favor, tomad conciencia, os lo estáis haciendo a vosotros mismos, podéis elegir de nuevo y tomar el camino con corazón.

Ya va siendo hora de dejar atrás el ojo por ojo y diente por diente, ya va siendo hora de ver por fin un mundo nuevo.

Abrazos sin tiempo.

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