Que no sabemos perdonar es muy evidente, no hace falta más,
que mirar el mundo que nos rodea, si es que aún no hemos aprendido a mirar en
nuestro propio interior.
No quiero decir que no haya que hacer o decir nada cuando
algo nos remueve, es desde donde lo hacemos, lo que contribuye a la guerra o a
la paz interna y externa.
Si por ejemplo tu pareja te grita porque no te entiende o
porque sencillamente se le han cruzado los cables, o porque el partido político
que gobierna tu país esta corrupto y hace todo al revés, o porque tu jefe te
deja en la calle sin trabajo, o porque alguien se burla y se ríe de ti y saca
tus defectos a relucir o porque las noticias sobre las injusticias del mundo
saquen lo peor de ti, la rabia, ira, frustración, deseo de venganza etc., en cualquiera de
estos casos o de cualquier otro que la vida nos presente en los cuales perdamos
la paz y nos sintamos confrontados, no estamos ayudando a la sanación y estamos
contribuyendo a la guerra.
Perdonar es mucho más fácil de lo que nos creemos, solo hace
falta comprender, que el otro, el que te ofende, maltrata, roba o castiga es tu
hermano y que él, desde su conciencia está obrando lo mejor que sabe y puede.
Si pudiésemos ponernos en su lugar, seguramente haríamos lo mismo que el nos
está haciendo.
Es la ignorancia la que nos hace actuar de esa manera, el
haber olvidado quienes somos y quien son los demás.
Si lo que nos mueve a actuar es la rabia, el sentirnos
ofendidos, el dolor, la ira, el deseo de venganza, el hecho de creer tener
razón, estamos contribuyendo a extender el conflicto y nos estamos perdiendo
una gran oportunidad de liberarnos de la gran carga de la reacción y también la
oportunidad de ofrecerle al otro sanación a través de nuestro reconocimiento de
la verdad.
Si por el contrario somos capaces de recordar que quién está
delante provocándonos, es nuestro hermano, que hace lo mejor que puede desde su
propia conciencia, entonces, en vez de ver un ataque, podemos ver una petición
de ayuda.
Quien nos ataca está diciéndonos que no sabe como expresar
lo que está sintiendo, que se siente dolido, que se siente atacado y si ninguno
de los dos se para a escuchar de verdad entonces se produce la guerra, la lucha
por tener la razón.
Hubo un personaje en la historia al que le clavaron en la
cruz y refiriéndose a todos los que le habían martirizado y crucificado dijo:
“Padre perdónales porque no saben lo que hacen”, no se me ocurre mejor ejemplo que este. Él nos
mostró en un caso extremo, lo que tenemos que hacer nosotros en las cosas
pequeñas.
El perdón es la llave de la felicidad, en estos tiempos de
tantas injusticias, de tanto sufrimiento, el perdón es un bálsamo necesario
para acabar con toda enfermedad e injusticia.
No perdonar va en contra de nosotros mismos, pues es una ley
que lo que damos recibimos.
No hay que esperar a morir, para ser juzgados. Aquí y ahora
nosotros mismos nos estamos juzgando y condenando cuando lo hacemos con los
demás.
El cielo y el infierno están aquí y nosotros en cada acto
estamos decidiendo por el uno u el otro.
No hay ningún Dios que nos juzgue, Él como en la parábola
del hijo pródigo, solo está esperando que decidamos volver a casa, para
ofrecernos el mejor banquete.
Si de verdad deseamos la verdadera Paz, debemos aprender a
perdonar de corazón, a no mantener ni el más mínimo resentimiento contra nadie,
a estar dispuestos a tenderle la mano a nuestro peor enemigo.
Alguien dijo alguna vez algo así como: “Si tienes un
enemigo, guárdalo como un tesoro”, pues él puede mostrarte tu parte más oscura,
él te puede ayudar a sanar si aprendes a mirar y al no atacarle le estas
ayudando a sanar.
Perdonar es una elección, los beneficios de tal acción son
inmensos, en cada uno reside el poder de decidir hacerlo o no.
Culpar a los demás, es castigarse a sí mismo, perdonar a los
demás es perdonarse a sí mismo.
Podemos disfrutar del paraíso aquí en la tierra y deberíamos
hacerlo, la clave está siempre en nosotros mismos.
El mundo externo nos grita diciendo basta ya, por favor,
tomad conciencia, os lo estáis haciendo a vosotros mismos, podéis elegir de
nuevo y tomar el camino con corazón.
Ya va siendo hora de dejar atrás el ojo por ojo y diente por
diente, ya va siendo hora de ver por fin un mundo nuevo.
Abrazos sin tiempo.
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