lunes, 4 de noviembre de 2013

Mi Gran Familia la Humanidad

Querida Gran Familia

Escribo esta carta a mi Gran familia, no solo a mi pequeña familia de sangre, también a mi Gran familia humana.

No sé si nacimos ciegos o si el mundo nos fue enseñando a serlo, el caso es que vivimos una vida llena sufrimientos, miedos y represión.

Ya de niños se nos llena la cabeza de normas, de ideas equivocadas sobre lo que está bien o mal, pero ¿Cómo pueden enseñar los ciegos lo que no pueden ver?

Luego cuando somos jóvenes solo nos interesa la diversión y nunca hay suficiente.

Cuando somos adultos dejamos la diversión a un lado y nos llenamos de responsabilidades, nos hipotecamos de por vida y en vez de disfrutar el instante presente nos pasamos media vida pensando o bien en el pasado ó en el futuro, en las próximas vacaciones, en cuando nos jubilemos o en que nuestra muerte sea una muerte rápida y no dolorosa.

Queremos cambiar el mundo desde unos parámetros aprendidos equivocados, desde nuestra propia ceguera y claro es imposible no reproducir una y otra vez los mismos errores, cada vez a escalas más grandes.

Sufrimos innecesariamente, por cualquier cosa, nos saturamos o nos hundimos con una facilidad asombrosa. Somos inconscientes del Gran regalo de la vida y rara vez vivimos el momento presente y rara vez vivimos nuestra propia vida.

Nos ofendemos con una facilidad pasmosa, estamos continuamente dándonos cabezazos contra la pared y somos incapaces de escuchar a quienes nos dicen que eso no es necesario.

Damos por hecho que la vida es eso que creemos, no nos atrevemos a cuestionarnos si hay otras maneras y nos convertimos en esclavos, de un trabajo, adictos a cualquier droga y finalmente cansados y vacíos esperamos a la muerte para descansar en paz.

¿Qué es lo que me gustaría deciros?

Que la ignorancia es la Gran enfermedad del mundo. Cada vez se dice más que somos hijos de Dios, que somos uno, que todo el poder reside dentro de nosotros, pero realmente no nos lo creemos, tenemos el altar lleno de Dioses, está el Dios dinero, el Dios placer, el Dios pareja, el Dios hijos, el Dios casa, el Dios coche, el Dios externo, Los Dioses de Luz, los Santos, las medicinas, los maestros y un largo etc…, pero ¿Dónde está  Dios en nosotros?, ¿Porqué seguimos buscándolo fuera, porqué seguimos dependiendo de tantos Dioses externos, porqué no aprendemos a confiar en nuestra propia guía interna?

Para poder empezar a ver de forma distinta, lo primero es reconocer que estamos equivocados, sin este paso seguiremos dando palos de ciego y seguiremos justificando todos los golpes que nos demos a nosotros mismos o a los demás.

El mundo es el resultado de nuestras acciones, en el podemos mirar que es lo que estamos haciendo con nuestra vida. El mundo es nuestra creación compartida. Querer arreglar la creación no es la solución, eso es solo poner parches, si la creación está mal hecha lo que hay que hacer es sanar al creador.

Es muy fácil echar la culpa a  gobiernos, médicos, científicos, profesores, iglesias, bancos, grandes multinacionales etc.…, (o sea, a los demás) pero eso, es solo no querer tomar responsabilidad, no atreverse a mirar dentro de cada uno, como estamos contribuyendo a ese caos, a esa devastación, a tanta desolación y sufrimiento.

Si nos atrevemos a preguntarnos a nosotros mismos, como estamos contribuyendo a que sigan sucediendo cosas como las guerras, las hambrunas, el exterminio de muchas especies, la explotación del planeta y tantas atrocidades que suceden en el mundo y decidiésemos poner fin a todas esas actuaciones en nuestras propias vidas, en las cuales estamos obrando a favor de todo aquello que queremos ver erradicado, entonces y solo entonces es cuando estamos contribuyendo a sanar al creador de nuestro propio mundo y entonces y solo entonces es cuando externamente se pueden empezar a ver cambios externos reales y verdaderos.

Es muy fácil ver como el mundo está dirigido por el miedo y los efectos son muy evidentes. ¿Pero quien dirige nuestras vidas?

En cada acción de nuestra vida, elegimos con quien vamos a actuar y generalmente no somos conscientes de que consejero elegimos.

Solo hay dos “consejeros” posibles el Amor y el Miedo. El miedo es la ausencia de Amor.

Cuando por ejemplo elegimos una profesión por tener un futuro asegurado, o porque vamos a ganar mucho dinero etc., estamos eligiendo al consejero del miedo y con él, solo construimos castillos en el aire, que tarde o temprano se derrumbarán, trayendo desolación y sufrimiento.

Cuando elegimos una pareja, porque es lo que tenemos que tener, o por no quedarnos solos o porque nos falta algo etc., también estamos eligiendo al consejero del miedo y es que el amor en minúsculas tal y como lo conocemos en la tierra, no tiene nada que ver con el Amor en mayúsculas y también está apoyado por el consejero del miedo.

El amor que conocemos no se debería llamar amor, pues el verdadero Amor, es incondicional y es para siempre, no cambia a través del tiempo, no juzga, no intenta cambiar al otro, lo acepta tal y como es, no chantajea y solo da si a cambio recibe, no necesita contratos, ni la aprobación de nadie. El amor no es Amor pues necesita de otro, por lo tanto no está completo y niega el verdadero Amor en sí mismo.

No se puede encontrar el Amor fuera si no se a encontrado en uno mismo. No hemos entendido los cuentos que nos hablaban de príncipes y princesas. La verdadera felicidad no depende de NADA externo. El complemento que creemos que nos falta para “ser felices y comer perdices”, está dentro de nosotros y solo cuando hemos encontrado ese complemento interno, solo entonces podremos compartir Amor verdadero.

La vida es un regalo maravilloso, dejarse atrapar por el fantasma del miedo, es abrirle la puerta al sufrimiento.

Ser como el bambú, que no resiste las tormentas, que se dobla y no lucha y que cuando pasa la tempestad vuelve a su lugar sin esfuerzo es un gran ejemplo que por nuestro bien, deberíamos llevar a cabo en cada “tormenta de nuestra vida”

Ser como un frutal que cuando llega su momento florece y da fruto sin esperar a quien le puede servir o si se va a perder, él nos puede enseñar lo que es el Amor.

Ser como cualquier animal, que hace todo lo posible por sacar sus crías adelante, pero cuando eso no sucede, sigue adelante y no se queda atrapado en el pasado, nos puede enseñar que la vida siempre sigue adelante, que no hay que atarse a nada, que hay que ser desprendido, que haciendo lo mejor que sabemos ya estamos cumpliendo, que si en algo hemos fallado, tenemos la oportunidad si seguimos delante, de hacerlo mejor.

Consideramos que el reino humano es lo más elevado del mundo que conocemos, sin embargo todo lo que necesitamos, lo podemos aprender de esos otros reinos que consideramos inferiores. ¿No es eso una paradoja?

Vivir sin miedo es una elección, no hacer caso a cualquier pensamiento que venga de ese consejero es una alternativa y en principio puede parecer difícil, pero es como cuando uno decide dejar de fumar, hay quien está todo una vida echando de menos el cigarrillo y hay quien lo tiene muy claro, dice que ya no más y lo suelta completamente para siempre, esa capacidad la tenemos todos dentro, podemos decidir vivir sin miedo y deberíamos hacerlo para erradicar definitivamente el sufrimiento, primero de nuestras vidas y luego del mundo que percibimos.

Si hoy fuese mi último día y tuviese que resumir brevemente un mensaje para toda mi Gran familia humana, les diría:

Mis Amados hermanos, la vida es un inmenso regalo, si no lo veis solo os habéis cegado por un instante, creed en ello y se os manifestara. No permitáis que el miedo dirija vuestras vidas, levantaros cada vez que os caigáis, dad gracias por todos los regalos que la vida  os pone delante, aprended a amaros a vosotros mismos y luego extenderlo a todo aquel que la vida os ponga delante, nunca perdáis la confianza de que en cada paso del camino siempre tenéis la ayuda que necesitáis disponible. Disfrutad la experiencia, dejad de juzgar, bendecid todo lo que os rodea, pedid ayuda cuando la necesitéis, conoceros a vosotros mismos, perdonad sinceramente cualquier ofensa y Amad sin condiciones todo cuanto existe, pues no hay nada en el universo que no contenga la luz que reside dentro de cada uno.

Somos navegantes del espacio que viajamos en la nave tierra, solo por un instante muy pequeño en el tiempo.

En la eternidad de la que venimos y a la cual volveremos, esto que llamamos vida es solo un segundo del tiempo.

Disfrutad del viaje, llevad la luz a cada rincón de vuestra mente,  a cada acción de vuestra vida, reconoced quienes sois y dejad que vuestras acciones hablen por vosotros.


Os Amo incondicionalmente. Feliz viaje.

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