me miro cada mañana.
Me gusta empezar el día
pleno, lleno de alegría.
Me zambullo en tu mirada,
me sumerjo muy adentro
y cuando salgo del agua,
me lanzo a una nueva
jornada.
En el candil de tus ojos
veo,
lo que se esconde en tu
Alma
y por eso no hago caso,
a lo que me muestra tu
cara.
Esa tristeza tan larga,
palabras siempre vacías,
esa rabia contenida,
esa desganada vida.
Si supieras mi pequeña
lo que albergas ahí a
dentro.
Si yo pudiera mostrarte
eso que para mí es alimento.
Se acabarían tus penas,
olvidarías los lamentos
y tu rostro mostraría,
eso que llevas muy dentro.
Tengo paciencia infinita,
me aparto si lo deseas,
sigo mirando a tus ojos,
aunque tú ya no me veas.
Ni el tiempo ni la distancia,
apagan ya esa vela
y cuando llega la noche,
vuelvo a mirar hacia dentro.
Y en el candil de tus ojos
niña,
me sumerjo al acostarme,
cierro los ojos y escucho:
Bienvenido a casa, bienvenido.
|
La vida nos ofrece la Gran oportunidad de reconocer quienes somos y ese es el mayor regalo que podemos tener. Aprender a vivir debería ser la primera prioridad.
viernes, 8 de agosto de 2014
En el candil de tus ojos
Publicado por
Juan Sín Nombre
en
11:58:00 p. m.
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