viernes, 15 de agosto de 2014

La Rana, el Gato y la Serpiente

Era una rana y un gato,
saltando de tiesto en tiesto.
competían por ganarse,
El Amor de una serpiente.

El jazmín se hinchaba fuerte
y expandía todo aroma,
presentía algo grande
algo muy inesperado.


El combate era a muerte,
Quién perdía se convertía en nada.
La batalla se presentaba dura,
la espera se hacía larga.

Comenzó saltando la rana,
brincando de rama en rama,
haciendo piruetas,
dignas de alta acrobacia.

El gato empezó maullando,
con un lamento profundo,
alto, claro.
Parecía un sonido de otro mundo.

La rana se entusiasmaba,
el maullido la animaba,
parecía conocer,
cada rama en que saltaba.

El gato la acompañaba
y empezó a cambiar el ritmo.
Maullaba por alegrías,

con ritmo y con energía.

La serpiente muy altiva,
aprendió a dejar un ojo quieto,
y el otro girando y saltando,
no perdía ni un minueto.

Termino en sinfonía,
llena de saltos mortales.
De los tiestos todas las flores caían,
lluvia colorida de fragancias miles.

Los dos oponentes se reverenciaron
y se dispusieron para lo que fuera,
o bien una linda esposa,
o bien una muerte certera.

La serpiente estaba anonadada,
el ojo derecho todavía saltaba y giraba.
Le costó más de cien minutos,
salir de ese trance y quedar serena.

Se encontró en un gran dilema,
si elegía una parte se quedaba sin otra.
Lo que allí había pasado la dejo boquiabierta,
Confundida e indecisa se metió en el silencio.

Se acordó de Salomón y decidió por las bravas,
o se casaba con las dos o las dos las mataba,
y esa propuesta les hizo a sus dos bellas damas,
que aceptaron encantadas y formaron una triada.

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