Cada aliento que respiro.
Cada sonido que escucho.
Cada palabra que digo.
Cada paseo con perros.
Cada comida que disfruto.
Cada paso que camino.
Cada pensamiento.
Cada mirada.
Cada beso.
Cada abrazo.
Cada acto.
Te regalo la tierra, las montañas, los mares, los animales, las plantas, el mundo microcópico y el universo.
Todo tuyo, todo mío.
Gracias padre por hacerme tán rico.
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